Helena nació dentro de la familia mágica Ravenclaw, hija de Rowena Ravenclaw, no antes de 982 en algún lugar de Gran Bretaña.
A los once años, Helena formó parte de una de las primeras generaciones de estudiantes del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería en Escocia, que, en ese entonces, todavía era dirigido por sus fundadores. Fue seleccionada en la casa Ravenclaw y fue educada en las artes mágicas por su madre durante los siete años que siguieron.
Por esta época, conoció al Barón de la casa Slytherin. Él se enamoró de ella, a pesar de que ella siempre rechazaba sus insinuaciones. Helena nunca encontró el amor verdadero, ya que nunca encontró un hombre a la altura de sus estándares.
Helena sabía que la diadema de su madre tenía el poder de hacer a la gente inteligente y pensó que si superaba a su madre, la gente la respetaría. Helena la robó y huyó a Albania. Rowena se avergonzó tanto que nunca reveló haber perdido la diadema y tampoco reveló la traición de su hija, sino que dijo tenerla escondida. Pero finalmente Rowena se enfermó mortalmente, y con la esperanza de ver a su hija por última vez, envió al Barón Sanguinario, un hombre que albergaba un amor no correspondido por Helena, a encontrarla. Rowena sabía que el Barón no descansaría hasta encontrar a su hija.
El Barón encontró a Helena en Albania y le pidió que fuera con ella a ver a su madre, ella se negó y el Barón, en un arranque de rabia, la apuñaló, pero horas después, sintió tal remordimiento que usó la misma arma para matarse. Ella y el barón se volvieron fantasmas de dos de las casas de Hogwarts, de Ravenclaw (Helena) y Slytherin (el Barón) el Barón estudió como un Slytherin.